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EVANGELIO DEL DIA : Vilma Isabel Melgarejo A.

El Don de la Oración

El Don de la Oración

EL DON DE LA ORACIÓN

Señor, enséñanos a orar

Lc 11, 1.

 

Los discípulos de Jesús no le pidieron al Señor: "Enséñanos a predicar" ni "enséñanos a cantar", sino que le pidieron lo más importante: "Señor, enséñanos a orar" Lc 11, 1.

Preferiría cien veces ser un gran hombre de oración y no un gran predicador: Me gustaría mucho más tener el poder de la oración para mover las potencias mismas de los cielos, antes que tener el poder de predicar para mover masas de personas en la tierra.

Podemos adiestrar a otros para que sean grandes predicadores y oradores, pero sólo Jesús puede enseñar a hombres y mujeres a ser grandes maestros de la oración.

Se logra más por medio de la oración de lo que se logra con toda la predicación del mundo. Sin la oración, hasta nuestra predicación se vuelve ineficaz y vacía.

 

La oración es privilegio de todos.

El don de orar se nos concede a todos, y todos nosotros podemos acudir al poder de nuestro Todopoderoso Dios. No todos somos llamados a ser pastores, o predicadores, o maestros, o evangelistas o exhortadores. Dios da a cada uno un don y una tarea, según su habilidad. Sin embargo, el arte de la oración no tiene esas restricciones.

Este don es para todos. Jesús habló de "la necesidad de orar siempre, y no desmayar" Lc 18,1.

 

La Influencia de una Madre

Mil hombres pueden edificar una ciudad, pero para edificar un hogar se necesita una madre

Y no desprecies la dirección de tu madre. Prov 1,8

Estoy absolutamente convencido de que más de una madre ocupará un lugar más alto en el reino de Dios que muchos líderes cristianos destacados a quienes esperamos encontrar en sitios de honor. Pensemos en algunos de los grandes hombres de la Biblia como Moisés, David, Elías.

¿Dónde hubiesen estado si no hubiese sido por las oraciones de sus madres, llenas del Espíritu Santo?

Pensemos en San Agustín, San Francisco de Asís, San Bernardo; tal ves sus hombres no hubiesen iluminado nunca las páginas de la historia cristiana de no haber sido por la bendita influencia de sus piadosas madres.

 

Las sencillas oraciones que salían de nuestros labios cuando éramos infantes no eran más que ecos del corazón de nuestra madre.

¿Podríamos alguna vez olvidar las delicadas caricias de aquellas manos de bendición en nuestras cabezas cuando nos arrodillábamos al lado de la cama?

¿A caso podemos olvidar sus vigilias nocturnas, sus ruegos de intercesión? Las acciones de nuestra madre hablaban más elocuentemente de Aquel que nos enseñó el más grande aún amor de Dios.

¡Qué tragedia tan grande es ignorar el consejo de una madre piadosa!

¡Qué eternas las consecuencias de rechazar a su Dios!

Si te has alejado de sus enseñanzas, vuélvete a Cristo antes de que sea demasiado tarde, y cerciórate de que verás a tu madre en el cielo.

"Y no menosprecies la dirección de tu madre" Prov 1,8.

 

Es diferente cuando hay amor

El amor es el imán que reúne a los creyentes y lleva a los incrédulos a Cristo

“vestios de amor, que es el vínculo perfecto” Col 3, 14.

Si un equipo deportivo ha de triunfar debe haber un vínculo de unidad entre sus miembros. En palabras del memorable entrenador de fútbol americano Vince Lombardi:

"Si los integrantes de un equipo han de jugar juntos, deben amarse mutuamente."

Y agregó:

"La diferencia entre la mediocridad y la grandiosidad es el sentimiento que estos muchachos se tienen mutuamente."

 

Mucho antes de que existiese el fútbol americano, Justino Mártir hizo una elocuente defensa del cristianismo. En una carta al emperador de Roma le explicaba la dramática transformación que Cristo produce en los creyentes: "Antes de que fuésemos cristianos, ... valorábamos el dinero y las posesiones por encima de todo; ahora reunimos todas nuestras posesiones y las compartimos con aquellos que tienen necesidad. Antes nos odiábamos y nos matábamos... Ahora... vivimos en paz. Oramos por nuestros enemigos y procuramos ganarnos la amistad de aquellos que nos odian injustamente."

 

El mismo cambio cristo céntrico ha de ser evidente en los cristianos de hoy. Antes de poder llegar a nuestros amigos y vecinos incrédulos hemos de demostrar el amor de Dios a nuestros hermanos en Cristo. Ese es Su mandamiento para nosotros 1 Jn 4, 20, 21 y es la mejor manera de mostrarle al mundo cuán diferentes son las cosas cuando hay amor.

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