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EVANGELIO DEL DIA : Vilma Isabel Melgarejo A.

HORA SANTA: TABERNÁCULO

Santísimo Sacramento del Altar, Tabernáculo, Sagrario

Conocemos por *Santísimo Sacramento* a la *Hostia consagrada*, que es el *Cuerpo de Cristo*.
El Señor Jesús nos llama “amigos”, está siempre con nosotros y se manifiesta de modo visible en la Eucaristía, «sacramento del Sacrificio del Banquete y de la Presencia permanente de Jesucristo redentor». Su presencia en la Hostia consagrada es privilegiada y particularmente eficaz para poder «palpar el amor infinito de su corazón». Allí está presente por excelencia, en el modo como Él quiso permanecer entre nosotros. Jesús nos espera en este sacramento del amor.  No escatimemos tiempo para ir a encontrarlo en la adoración» 

Aunque Dios no está limitado a un espacio físico ni necesita habitar en lugares hechos por mano humana, Él quiso -en el tabernáculo- tener un espacio físico como lugar de encuentro con su pueblo pues Él quiso acercarse más al hombre y caminar con él. Para el pueblo de Israel era muy significativo el hecho de tener un lugar palpable y permanente en medio de ellos donde encontrarse con Dios y adorarlo. El tabernáculo fue construido por el pueblo de Israel según las instrucciones dadas por Dios por medio de Moisés (Éxodo, 25). 

*El tabernáculo enfatizaba el hecho que Dios era el centro principal del pueblo de Israel*,  la idea central del tabernáculo era que Dios habitaba entre su pueblo. 
En la actualidad, *el Sagrario o Tabernáculo es un pequeño recinto, a modo de caja, donde se guarda la Eucaristía después de la celebración para que Jesús Eucaristía sea adorado*. Junto al tabernáculo debe lucir permanentemente una lámpara para que indique y honre la presencia del Señor. 

A partir del siglo XIII con la institución del día del cuerpo de Cristo (Corpus Cristi) esta presencia palpable, visible, de Dios, esta inmediatez de su presencia, objeto singular de adoración, produjo un impacto muy notable en la mentalidad cristiana occidental e introdujo nuevas formas de piedad, exigiendo rituales nuevos; dando lugar a la adoración eucarística.

¡Vayamos al Encuentro del Señor! ¡Vayamos presurosos a adorarle!
 S.S. Juan Pablo II

 

 

 

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