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EVANGELIO DEL DIA : Vilma Isabel Melgarejo A.

A JESÚS POR MARÍA

*Preparación para la Consagración a María*

DÍA 4

*La Consagración Monfortiana*(Segunda Parte) 

San Luis hace hincapié en dos elementos de su enseñanza sobre la consagración mariana:

 (1) la renovación de nuestras promesas bautismales y

 (2) el don particularmente profundo de nosotros mismos a María.

 Hoy veremos el segundo punto comenzando con la pregunta: “¿Por qué debemos entregarnos a María?” Debemos entregarnos a María imitando a nuestro Señor y Salvador Jesucristo. Después de todo, ¿no es cierto que Jesús se entregó a María desde el momento de la Encarnación? Sí, lo hizo. ¿Y no estamos llamados a imitar a Cristo? Sí, lo estamos. Pero María es una criatura, ¿no? Sí, es una criatura, pero es única. María no sólo está libre del pecado. No sólo está totalmente orientada a la voluntad divina. Por voluntad y complacencia de Dios .

María tiene un papel especial en nuestra santificación. Por tanto debemos encomendarnos a la Madre de Dios para que pueda ayudar a transformarnos en santos, en otros Cristos. Debemos darle nuestro “sí”. Pero San Luis da un paso más. Su “sí” a María es particularmente profundo, es un don profundamente íntimo de sí mismo a María:“Consiste, pues, esta devoción en entregarse enteramente a la Santísima Virgen para ser todo de Jesucristo por medio de María.

Es necesario entregarle: 

(1) nuestro cuerpo con todos sus sentidos y sus miembros

 (2) nuestra alma con todas sus potencias

 (3) nuestros bienes exteriores, o sea nuestra fortuna presente y futura

(4) nuestros bienes interiores y espirituales, o sea nuestros méritos, nuestras virtudes y nuestras buenas obras pasadas, presentes y futuras.

”Este cuarto punto es muy interesante. Por este aspecto de nuestra consagración a María — según San Luis — el don de nosotros mismos va más allá de lo que se requiere cuando las personas se ofrecen a Dios mediante los votos religiosos. Por ejemplo, debido a los votos de pobreza, castidad, y obediencia una hermana religiosa no concede a Dios el derecho de disponer de la gracia de todas sus buenas obras ni tampoco cede sus méritos. Sus obras y méritos son de ella.

El don de uno mismo al consagrarse a María, es darle a Maria todo lo nuestro, todo lo que soy, todo lo que tengo, todo lo que hago, con María,por Maria y en Maria.

Si nos consagramos a María, no podremos entonces, al morir, presentarnos ante Dios revestidos con los méritos de nuestras oraciones y buenas obras. De hecho, tendremos que comparecer ante Dios con las manos vacías, pues le habremos ofrecido todos nuestros méritos a María. 


Si la naturaleza radical de esta ofrenda te preocupa, no temas. Mañana veremos por qué no se debe temer esta ofrenda, y en cambio veremos por qué es increíblemente hermosa y vale toda la pena.

Solo así comprenderemos la segunda parte  monfortiana para la consagración mariana la cual habla de este don profundo de nosotros mismos a María:“Os entrego y consagro en calidad de esclavo mi cuerpo y mi alma, mis bienes interiores y exteriores, y aun el valor de mis buenas acciones pasadas, presentes y futuras, otorgándoos un entero y pleno derecho de disponer de mí y de todo lo que me pertenece, sin excepción, a vuestro agrado, a la mayor gloria de Dios, en el tiempo y en la eternidad.”


 *Oración del día:*Ven Espíritu Santo que habitas en María, ayúdame a entregarme por completo a Jesús a través de María

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