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EVANGELIO DEL DIA : Vilma Isabel Melgarejo A.

A JESÚS POR MARÍA

Preparación de la Consagración a María

DÍA 13

Ser un instrumento — más bien, ser instrumentos.

De nuevo, San Maximiliano no sólo quería pedirle gracias a la Inmaculada. Quería ser las gracias de la Inmaculada. No sólo quería hacer la voluntad de la Inmaculada. Quería ser la voluntad de la Inmaculada. 

 ¿ ser las gracias y la voluntad de la Inmaculada? ¿No es demasiado?

 No, según el razonamiento de Kolbe. Pensó:“Bueno, si las personas pueden entregarse a Satanás para ser poseídos por él y ser sus instrumentos de maldad, ¿por qué no pueden entregarse a Dios para ser poseídos por Él y ser sus instrumentos de amor?” Además razonó que la Inmaculada es más “poseída” por el Espíritu Santo que cualquier otra persona. Entonces ¿por qué no pedir ser “poseído” por Ella, para estar perfectamente unido a la voluntad de Dios? 

En otras palabras, para Kolbe no era suficiente ser el “esclavo” de María como lo expresó a menudo San Luis de Montfort. Quería algo más profundo. Quería ser un instrumento en las manos de la Inmaculada. 

Este, es  el pensamiento de Maximiliano Kolbe de la consagración Mariana. Por tanto, la incorpora en su oración de consagración pidiendo ser “un instrumento útil en tus manos inmaculadas y misericordiosísimas”.

 ¿Con qué fin? 

La conversión del mundo entero.

Kolbe quería levantar a todo un ejército de valientes caballeros y soldados entregados para ser instrumentos en las manos llenas de gracias de la Inmaculada. Quería construir una “Milicia Inmaculada”, la cual describe como sigue:“Se llama también “Milicia”, “Caballería”, ya que los que se consagran a la Inmaculada de modo tan completo desean hacer hincapié en la intención de borrar cualquier limitación no sólo en lo referente a la extensión, sino también en lo que respecta a la intensidad de esa consagración; desean así poner de manifiesto su voluntad de arder cada vez más de amor hacia Ella, para difundirlo también cada vez más en el ambiente que les rodea, alumbrar con su resplandor y enfervorizar con su entusiasmo al mayor número posible de almas que de una manera u otra se acercan a ellos; como caballeros desean conquistar para la Inmaculada, y lo más pronto posible, el mundo entero y a cada una de las almas sin excepción”. 
 Kolbe: si amamos a Dios, si de verdad deseamos trabajar por su reino, entonces deberíamos encontrar la vía más rápida y fácil para llegar a ser santos y de esta manera volver a Él. Ahora bien, la forma más rápida y fácil de hacer esto — como aprendimos de San Luis de Montfort — es la consagración mariana. Pero Kolbe lo lleva un paso más allá: no se limitó a sí mismo. No se guardó el gran secreto de hacer santos. Míralo de esta manera: ¿Qué es mejor, un santo o dos? ¿Mil santos o un millón? Piensa en lo que podrían hacer un millón de santos consagrados a María. Imagina que María tuviera un millón de instrumentos por medio de los cuales pudiera cumplir la voluntad perfecta de Dios. Es un pensamiento asombroso. Por tanto, Kolbe exclama: “¡Enséñales a los demás este camino! ¡Conquista a más almas para la Inmaculada!” Si esta es la vía más rápida y fácil para llegar a ser santo, entonces también es la vía más rápida y fácil de conquistar a todo el mundo para Cristo, si sólo lo enseñamos a los demás. Así que Kolbe dice: “¡Vamos a trabajar!” Sí, empecemos por aprender a vivir esta consagración nosotros mismos y después atraer a los demás. Bueno, primero lo más importante. Necesitamos aprender a vivir esta consagración a la Inmaculada. Necesitamos “borrar cualquier limitación”. ¿Cómo lo hacemos? Es sencillo. Aprendemos a amar a la Inmaculada. ¿Cómo? Dependiendo de su poderosa intercesión, sintiendo su atención tierna, hablándole con el corazón, permitiendo que nos guíe, recurriendo a ella para todo y confiando completamente en ella. Sí, debemos confiar especialmente en la Inmaculada y estar felices en ella. 

Debemos seguir el ejemplo de Kolbe, y  sentirnos por uno de sus hermanos.

Para Maximiliano Kolbe, “Cuando las cosas, marchaban bien, se regocijaba de todo corazón con todos, y agradecía fervientemente a la Inmaculada por las gracias recibidas por su intercesión. Cuando las cosas iban mal, seguía contento y solía decir: “¿Por qué hemos de estar tristes? ¿No sabe acaso la Inmaculada, nuestra Madrecita, todo lo que está pasando?”

 Kolbe nos dice:  “Mis queridos Hermanos, nuestra querida Madrecita, María Inmaculada, puede hacerlo todo por nosotros. Nosotros somos sus hijos. Diríjanse a ella. Ella triunfará en todo”. 


Oración del día:

Ven, Espíritu Santo, que habitas en María. Prepárame para ser un instrumento digno en las manos de la Inmaculada.

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