JESÚS NUESTRO ETERNO COMPAÑERO
San Alfonso María de Ligorio
Jesús, Nuestro pastor, que dio la vida por nosotros, sus ovejas, ni en su muerte quiso separarse de nosotros: “Yo soy el Buen Pastor. El buen pastor da su vida por sus ovejas”.
Jesús, el Buen Pastor, por sus ovejas se quiso quedar en la tierra en este Sacramento y en él lo hallaremos siempre que queramos, ayudándonos y consolándonos con su presencia.
No nos abandonará hasta el fin del mundo y mientras permanezcamos sobre la tierra.
Señor mío, en este momento te vengo a visitar, pero tú me devuelves la visita con un amor infinitamente superior cuando vienes a mi alma en la Santa Comunión.
Entonces, no solo te presentas a mí, sino que te conviertes en mi alimento, uniéndote y dándote todo entero a mí.
Pues si Tú, Señor, te das todo entero a mí, es razonablemente justo que yo me entregue todo a Ti.
¡Oh amor de mi alma! ¿Cuándo? ¿Cuándo cuando seré todo tuyo, no solo de palabra sino también con las obras?
Señor, Tú lo puedes hacer; aumenta mi confianza por los méritos de tu preciosa Sangre, para que así obtenga de tu bondad la gracia de ser, antes de mi muerte, todo tuyo y nada mío.
Tú escuchas las súplicas de todos; oye también ahora los ruegos de un alma que te quiere amar de verdad.
Deseo amarte con todas mis fuerzas y obedecerte en todo lo que te agrade, sin interés, sin consolación, sin premio.
Quiero servirte solo por amor, solo por agradarte, soy loco por complacer a tu Corazón, tan enamorado del pobre corazón mío.
Que todo mi premio y recompensa sea amarte.
¡Oh Hijo del Padre Eterno!, hazte dueño de mi libertad, de todas mis cosas, de mi persona.
Yo te amo, te busco, por Ti suspiro, solo a Ti te quiero.
Jesús, haz que yo sea todo tuyo.
MARÍA SIEMPRE CON JESÚS EN ESPÍRITU.
¡Reina del cielo!, todo la Iglesia te llama y saluda esperanza nuestra. Y puesto que eres la esperanza de todos, sé también la esperanza mía.
San Bernardo te llamaba “razón de toda su esperanza “y decía: “Que espere en Ti el que desespera”. Del mismo modo, yo quiero decir: ¡Madre mía Santísima!, Tú salvas aún a los desesperados: en ti pongo, pues, toda mi esperanza.
¡María, Madre de Dios, ruega a Jesús por mí!
_*Ángel de mi guarda cúbreme con tus alas para que nada, ni nadie me distraiga en este momento de adoración Al Santísimo y de veneración a María.
0 comentarios